¿Por qué es tan importante evitar las quemaduras del sol? ... y cuando ya es tarde ¿qué hacemos?.


En general, cuando un tejido se daña, por el motivo que sea (quemaduras, traumatismos, heridas…) se producen una serie de procesos y cambios celulares debidos a la aparición y activación de mediadores de la inflamación, como prostaglandinas y citoquinas, que son sustancias encargadas, entre otras cosas, de “atraer” a las células de nuestras defensas (linfocitos, neutrófilos…) para intentar reparar ese daño. La intensidad del daño (la intensidad o el “grado” de la quemadura, en este caso) determinará que esas sustancias se produzcan en mayor o menor medida, manifestándose como un eritema o enrojecimiento tenue cuando el daño es escaso, pero pudiendo incluso producirse ampollas y la aparición de fiebre si la intensidad fuera mayor.

¿Qué debemos hacer si ya nos hemos quemado? 

Se da por hecho que prácticamente nadie utiliza la cantidad adecuada de fotoprotector (que es de 2 mg por centímetro cuadrado de piel). Ahí radica la importancia de reaplicarlo con frecuencia (cada 2 ó 3 h) si la exposición se mantiene. Si ya se ha producido el eritema, además de evitar la exposición solar en la medida de lo posible, es importante hidratar bien la piel para minimizar el daño que ya se ha producido.

Habría que consultar con un médico cuando en la zona de la quemadura aparezcan ampollas, para que se valore la prescripción de un antibiótico (generalmente tópico, pero incluso podría llegar a necesitarse uno oral si la quemadura es grave), o si apareciera alguno de los siguientes síntomas de alarma: fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, náuseas, vómitos o cansancio sin motivo aparente.

Los productos “aftersun” en general aportan hidratación a la piel, que es lo que más necesita una vez ésta se ha expuesto a la radiación ultravioleta. Suelen ser fáciles de extender, no deben de ser oclusivos ni muy grasos (por lo que explico más abajo), y guardarlos en la nevera y su aplicación con el producto frío ayuda, al producir una vasoconstricción leve, a mejorar síntomas como la sensación de calor y el enrojecimiento.

¿El Áloe Vera funciona de verdad?

El áloe vera se usa desde hace muchísimo tiempo y se le atribuyen múltiples propiedades: calmantes, antiinflamatorias, cicatrizantes… Lo cierto es que, como pasa con muchos productos naturales (aceite del árbol del té, aceite de Argán, rosa de mosqueta…) no hay una evidencia científica potente que confirme que, en efecto, estos productos sean más efectivos que usar un placebo. Hay algún artículo que sí parece confirmar que acorta el tiempo de cicatrización de heridas y el tiempo de recuperación del eritema solar, pero tienen algún sesgo que hace que haya que interpretar con precaución los resultados obtenidos.
Mi recomendación sería no emplearlo de la planta directamente salvo que se tenga una gran experiencia en la manipulación de la planta y en la obtención del material adecuado, ya que hay sustancias presentes en la corteza (las antraquinonas) que podría provocar dermatitis irritativa o incluso de contacto (una “alergia”, si se usa de manera repetida); también podría ser el origen de lo que llamamos “fitofotodermatitis”, que es una inflamación de la piel provocada por el contacto con plantas y que requiere además de la exposición solar para que se produzca.

y... ¿qué es lo que nunca debemos hacer si nos quemamos?

Evidentemente, evitar la exposición solar hasta que remita la quemadura.
Otras medidas a evitar son la aplicación de hielo (que produciría mucha vasoconstricción pudiendo agravar aún más la lesión), evitar el contacto con productos irritantes (como el alcohol) o vasodilatadores, y evitar la aplicación de sustancias muy oleosas que dificulten la transpiración, como pomadas, ungüentos o vaselina. Si hay ampollas, tampoco se debe retirar el “techo” de la ampolla: si molesta porque hay tensión se puede pinchar utilizando una aguja estéril, pero sin retirar la parte de piel que “sobra”.

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